miércoles, 28 de abril de 2010

los alboles




Apenas llegué al bosque una nube oscureció la tarde. Con cada paso aumentaba mis pocas ganas de trabajar; de trabajar en algo que no me enorgullecía en lo mas mínimo y quizá me avergonzaba. Con mi sombra trepándose a mis talones acomode las herramientas, cuando volví mi rostro hacia el camino ahí estaba; un anciano meditaba debajo de un árbol; como una pintura antigua apropiándose de la imagen más bella. Me acerqué lentamente; pero al escuchar mis pasos sobre las ramas secas se sobresaltó. Su mirada era segura, llena de piedad y sabiduría. En forma muy pausada, me invitó a sentarme a su lado y me ofreció una copa de vino. Mientras bendecia la misma, me contó una historia.Tuve una sensación extraña, mis pensamientos estaban confusos por la fatiga, así que solo pude escuchar en silencio.